Es evidente que la cultura digital afecta a toda la sociedad y en mayor o menor medida, a todas las sociedades. En las últimas semanas yo misma he efectuado algunos trámites que hace tan solo unos años se realizaban de la misma manera. Por ejemplo, solicité cita para renovar mi DNI a través de internet, así como para ver a mi médico y habitualmente consulto con mi madre a través también de la red qué vamos a cocinar. La cultura digital ya forma parte de mi vida y de la mayoría de las personas, no es un fenómeno aislado.
Como hemos visto en clase, la memoria conforma la cultura, tanto de manera colectiva como individual. Gracias a la cultura digital, a las nuevas y más ágiles maneras de compartir información y acceder a esta, podemos decir que muchos procesos se han acelerado. También ya existe una cultura propiamente digital, que ha nacido en el entorno digital.
Por ello, la UNESCO realizó en 2003 su carta para la preservación de la memoria digital. Con esto se pretende garantizar el acceso abierto y universal a estos nuevos bienes culturales. También se analiza el problema de la sostenibilidad del patrimonio digital, ya que este corre el riesgo de desaparecer a causa del veloz ritmo de cambio de las TIC.
Reflexionando acerca de la memoria, del proceso humano de almacenamiento, he recordado la película "Memento", en la cual el protagonista, por un trastorno de memoria, se ve sumergido en una trama, en ocasiones paranoide, por encontrar al asesino de su mujer. El problema es que no puede crear recuerdos nuevos ya que su memoria a corto plazo está dañada. Por ello cuando, digamos que su contador de memoria se pone a cero, no sabe donde está ni como a llegado allí. Para transmitirnos esa sensación de desorientación, el director a organizado la película al revés, de final a principio y nosotros, como el protagonista, vamos uniendo las piezas del puzzle.
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